En medio de esta Sociedad de la Información, caracterizada por el ansia de información y, lamentablemente, la sobreinformación, el periodismo se está enfrentando a una crisis de doble vertiente: económica y de desprestigio laboral.
La profesión periodística atraviesa una crisis histórica, el sector se aproxima a la quiebra empresarial sorteando una serie de cierres y suspensión de pagos en los medios de comunicación. En España, probablemente se trate del segundo sector que más padece la crisis financiera y bursátil. El modelo de negocio de los medios de comunicación ya no es válido y los editores todavía no han dado con un modelo que rentabilice la producción.
La profesión periodística atraviesa una crisis histórica, el sector se aproxima a la quiebra empresarial sorteando una serie de cierres y suspensión de pagos en los medios de comunicación. En España, probablemente se trate del segundo sector que más padece la crisis financiera y bursátil. El modelo de negocio de los medios de comunicación ya no es válido y los editores todavía no han dado con un modelo que rentabilice la producción.
La gravedad de la crisis está reduciendo de forma drástica las aportaciones de los medios públicos. Los despidos, el empeoramiento de las condiciones laborales, las ofertas de trabajo esclavistas y los cierres de medios en los últimos años, están causando un grave deterioro de la calidad informativa. Una de las más graves consecuencias del desprestigio son las ofertas de trabajo humillantes procedentes, principalmente, de empresas ajenas al periodismo, que contratan a periodistas profesionales para que realicen su trabajo a cambio de un sueldo insuficiente. Tanto la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas Españoles) como la APM (Asociación de Prensa de Madrid), apoyan a los periodistas y piden una remuneración digna para este sector laboral que se encuentra en gran decadencia.
Más de 6000 periodistas han perdido su empleo en los dos últimos años debido, en buena parte, a la caída de la inversión publicitaria en los medios de comunicación, sobre todo en prensa escrita. Los ingresos de publicidad son un pilar básico en los medios de comunicación. Si hay una recesión, las empresas tienen menos dinero y, por tanto, reducen la participación en prensa, televisión y radio. Esta pérdida se traduce en una mayor dificultad de sostenibilidad por parte de los medios. El primer medio en cerrar fue el periódico gratuito Metro, a principios del año 2009. Desde entonces, alrededor de 30 periódicos, 20 revistas, 20 cadenas de televisión y emisoras de radio, 10 periódicos digitales y 4 agencias de comunicación han ido aumentando la lista. Hay que añadir, en su misma situación, el cierre del periódico gratuito ADN y del diario Público, los más recientes en unirse al grupo. Estas medidas suponen la pérdida de una voz crítica e indispensable para la pluralidad informativa y de pensamiento.
No es de extrañar, ante estos datos, que El País haya tenido que anunciar un Expediente de Regulación y Empleo (ERE) con el propósito de reducir la plantilla. Los despidos rondarán los 150 trabajadores de un total de 450, y los que permanezcan en sus puestos verán reducido su salario un 15%. Esta toma de decisión por parte de Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo de PRISA y de El País, ha alarmado a la opinión pública, teniendo en cuenta la cantidad de críticas que salieron del propio periódico en contra de la reforma laboral lanzada por el Gobierno.
No obstante, el público se mantiene interesado en la información y sigue leyendo mediante el uso de varios formatos. Sin embargo, ante este panorama desolador, es necesario reinventar el esquema económico que traduzca las pérdidas en ganancias, sacándole partido a las versiones digitales y los formatos en tableta, que suponen el futuro, sin duda alguna, de los medios de comunicación.
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