lunes, 24 de diciembre de 2012

Autora antirromántica

A pesar de que Jane Austen suele ser clasificada dentro del movimiento literario romántico, es necesario hacer mención a este error tan común, proveniente de la ignorancia acerca de las principales características de su obra.

El Romanticismo es un movimiento que tiene su origen en la primera mitad del siglo XIX y nace en Alemania y en Reino Unido. Dado que las novelas de Jane Austen comenzaron a publicarse en ese período, lo más usual es ver comparadas sus obras junto a otras que sí pertenecen a la corriente literaria.

El Romanticismo se caracteriza, ante todo, por la ruptura con el pensamiento crítico y racional del Clasicismo y la Ilustración. Aquí ya nos topamos con una clara contradicción, puesto que el estilo de Austen se caracteriza, ante todo, por sus fieles retratos de la realidad, plasmados en un lienzo descriptivo de pinceladas críticas acompañadas de una sutil ironía y humor punzante. 

Otra gran característica del Romanticismo es el aire triste, melancólico, oscuro, que domina gran parte del lenguaje y el estilo. Es muy frecuente encontrar referencias al mar, a los páramos desérticos y desolados -un claro ejemplo es Cumbres Borrascosas-, a los cementerios y a las casas antiguas y abandonadas, de estancias lúgubres, rebosantes de misterio.

La conciencia del yo, el nacionalismo exacerbado, la soledad, la primacía de la originalidad y la experimentación de nuevas formas de belleza frente a los cánones clásicos, son otras de sus grandes características.

Durante el período romántico, la novela gótica y la novela histórica alcanzaron su punto más álgido. Un claro referente de la novela gótica inglesa es El doctor Frankenstein, de Mary Shelley, y el autor más destacado de la novela histórica, Walter Scott.

Las características de la obra de Jane Austen se oponen de lleno a las características del movimiento romántico. La literatura austeniana se caracteriza por la nitidez, la luminosidad, la claridad en el carácter y comportamiento de la sociedad rural inglesa. Sus personajes, a pesar de estar dotados de una trabajada complejidad en su carácter, no son seres terriblemente atormentados. Tienen su pasado, sus ideales, sus preocupaciones, pero no son almas corrompidas por un destino fatal, y ni la acción del tiempo ni su entorno natural se ciernen sobre ellos como un enemigo aprisionador.

Jane Austen es una autora neoclásica. En sus obras plantea un minucioso análisis de los valores y las costumbres desde un punto de vista apegado al sentido del humor. Sus personajes se enfrentan a ciertas desventuras hasta dar con su destino final, siempre tras una evolución y un aprendizaje. El Neoclasicismo puja por el carácter didáctico y moralizador en sus obras. Se siguen unas normas rígidas de acción, tiempo y lugar. Se impone el gusto por lo clásico y se rechaza la exaltación desmesurada de los sentimientos frente a la razón.

Las novelas de Jane Austen reúnen todas las grandes características del Neoclasicismo, pero de entre todas ellas una emerge de forma significativa: el realismo frente a lo fantástico. Leyendo cualquiera de sus obras, podemos tener una idea muy aproximada del estilo de vida de la época, las maneras, las costumbres, los principales pasatiempos de cada una de las clases sociales y sus temas de conversación.

En definitiva, Jane Austen es una escritora irrevocablemente antirromántica.


No hay comentarios:

Publicar un comentario